Lo que estás a punto de leer es nuestro particular cuento de Halloween, protagonizado por gatos que ya no están. Alguno, puede que te suene… Ponte cómoda o cómodo, acércate una cajita de pañuelos y léelo con calma. Y lo más importante, luego cuéntanos qué tal 🙂

Me desperté de repente. Comprobé que estaba sano y salvo. Eso parecía. Me sentía bien. Más ligero que de costumbre. Apoyé con fuerza mis patas delanteras contra el suelo y me doblé en un escorzo estirando mis músculos. Se me escapó un bostezo.
—Hola, ¿Ringo? —Me sorprendí al ver que le entendía perfectamente.
—Sí, soy yo —dije dudando que me entendiera.
—Bienvenido.
Era una gata blanca. Preciosa como nunca antes había visto. Comenzó a andar invitándome a seguirla y yo sin saber muy bien por qué, lo hice.
—Aquí tendrás de todo, estarás bien.
—Pe… —dije tartamudeando—. Pero esto es…
—Esto es un parque, sí —respondió—. Un parque enorme, infinito. Míralos.
Siete gatos cruzaron ante mis ojos de Fuku a pasarela, de pasarela a plataforma, hasta llegar a un Cierzo. Los perdí de vista al noveno salto.
—Son Niki, Olaf, Kiara, Ramses, Leelo, Mim y Newton —me dijo la Gata Blanca—. Leelo prefiere escalar humanos pero aquí, de momento, no hay.
Los gatos iban y volvían volando entre los módulos.
—Esta es la zona de descanso —me dijo señalando un montón de camas Ringo, Naoki y un montón de cojines—. Ellos son Max, Channel y Tintin.
—¿Y eso qué es? —Pregunté.
—Algunos son felices durmiendo sobre cosas más… ¿abstractas? —respondió—. El que maúlla antes de dormir es Chance, el que abraza el cuello de esa representación holográfica es Piluco, el que lo hace sobre el regazo es Murri y los de la cabeza son Peque y Oliver.
—¿Y yo también podré tener uno de esos? —Pregunté refiriéndome a las figuras que abrazaban.
—Sí, lo tenemos preparado con la forma de tu Humana, te va a encantar.
Continuamos andando hasta una sala donde cientos de gatos se acicalaban entre sí. El ronroeo era ensordecedor.
—Y esta es la zona de mimos —me dijo la Gata Blanca—. Aquí verás siempre a Sendy, Nami, Choco, a Nit —dijo—. Fíate de Krash, es un poco tímido al principio, pero luego es un encanto —me soltó—. ¡Ah! Y de Artai, es un poco gruñón, pero en cuanto se fie de ti, te estará dando mimos todo el día.
—De acuerdo —respondí sin saber muy bien qué decir.
—Te recomiendo a Ralph y a Tani, si quieres un buen amasado de panza.
—¡Eh! —Grité sorprendido escondiéndome tras su cola—. ¿Qué es eso?
—Es un conejo, no sabíamos muy bien qué hacer con él, era más gato que conejo así que…
Asentí mirando a mi alrededor, embobado. Continuamos andando. Había una especie de parada de autobús.
—¿Y eso? —Pregunté.
—¿Eso? Es la parada de autobús —dijo—. Es para Lu, estaba acostumbrada a acompañar a su Humana hasta ella y no queríamos que la echara de menos.
—No lo entiendo.
—Verás, aquí tenemos todo lo que os ha hecho felices —dijo—. Por ejemplo, tenemos un silbido simulado para que Manolo vuelva a su habitación, como hacía con sus humanos, ¿entiendes?
—Más o menos.
—Un grifo para Gisela, que adora beber agua de ellos —siguió—. Un lavabo para que Finn se tumbe mientras escucha el sonido de una ducha, una cabeza para que Mina dé caricias con su cara, un pulgar para Xuxu, incluso una ventana para Darko, que adora escaparse o los helados para Dalí y los yogures de Misu.

Una gata que luego supe que se llamaba Michurri apareció a nuestro lado con un vestido, que parecía para muñecas. Allí había de todo.
La Gata Blanca me habló de Cuore y su mancha en forma de corazón en la nariz, Sura con su única almohadilla gris entre el resto rosas, Punky que adoraba rebozarse en arena y Pitu, que como yo tenía la cola torcida en forma de rayo.
También estaba Cato, que había recuperado según la Gata Blanca, la vista una vez apareció en aquel extraño lugar. O Nora, que maullaba como una oveja. O Buffy que tenía pavor a las cajas de cartón. O Maiki, con quien después hice amistad y pasábamos las tardes tomando el sol desde uno de los balcones.

Seguí caminando con la Gata Blanca. Me presentó a Mistela, a Niko tan negro como yo, a Zeta, al elegante Taco, a Dune —una pantera mimosa y muy simpática—, a Lila, a James, Pongo, a Nonna, que amaba la música, a Lince —que se presentaba como un latin lover—, a la inteligente Sura, a Leo y su melena color canela, o a Milú, el susurrador de pajaritos.
A veces se enzarzaban Tina, Lana, Frida y Perisito. Fossi pacificaba el ambiente cuando el resto de gatos se revolvía azuzados por René, aunque todo se calmaba cuando aparecía Petit, un gato que todo lo que tenía de grande, lo tenía de bueno.

Ding dong. Ding dong. Un timbre ensordecedor nos acalló. La puerta se abrió y un anciano cruzó la puerta, sonriente. De repente uno de los gatos que todavía no me habían presentado, salió disparado de una de las salas y escaló por sus piernas, hasta llegar a su pecho. El anciano le abrazó con fuerza y el gato comenzó a ronronear.
—¿Quién es? —pregunté—. Me dijiste que aquí no había humanos.
—No siempre, pero a veces vienen a recogeros. Ese es su Humano —me respondió—. Me alegro, llevaban mucho tiempo esperándose.
No lo entendí demasiado bien, pero es que no entendía casi nada de lo que me estaba mostrando. Seguimos caminando. Llegué a una especie de sala blanca con un montón de algo parecido a ventanillas. Me recordaban a las ventanillas de los camarotes de los barcos, que había visto alguna vez en televisión.
—¿Y qué es esto? —pregunté.
—Corre, hay una con tu nombre —me dijo—. Te va a gustar.
Corrí hasta el cristal que me correspondía, con mi nombre inscrito en la parte de arriba. Asomé la cabeza.
—¿Es… es… es ella? —Pregunté.
—Sí, es ella, Ringo.
Era Ella. Mi Humana.
—Ella estará bien, Ringo —me dijo—. El tiempo allí abajo pasa más rápido que aquí, podrás verla crecer, amar, vivir. Y después en muchos años para ella y unos pocos meses para ti, aquel timbre sonará y podrás saltar de nuevo a sus brazos.
—¿Vendrá a recogerme?—pregunté a lo que la Gata Blanca asintió — ¿Y ella me puede ver ahora también?
—No, no te ve pero te siente —respondió—. Mientras se acuerde de ti, podrás bajar un día al año a verla.
—¿Un día al año?
—Sí, lo de Halloween, ¿te suena?
—¡Claro! —Respondí —Soy un gato negro, ¿lo olvidas?
—Pues cada Halloween, podrás bajar con ella.

Unos meses después…

Era nuestro turno. Paquito había peinado su pelo gris con cuidado, Houx estiraba sus patas y Kenya cogía aire.
—Recordad, en pocas horas, volveréis aquí.
La Gata Blanca dio un chasquido.

Aparecí en una habitación oscura. Los tres gatos que había conocido a través de la ventanilla me miraron asustados. Me presenté. Ya me conocían. Mi Humana les había hablado de mí. Les conté que allí arriba estaba todo lleno de parques, que solo se comían latitas y que nunca hacía frío, ni había fuegos artificiales. Estuvimos hablando largo y tendido hasta que recordé que me quedaban pocas horas. Les prometí guardarles un sitio privilegiado a mi lado, allá arriba, y les agradecí que la cuidaran tan bien.
Los tres gatos se apartaron y me dejaron sitio. Me deslicé cuidadoso para no despertarla y conseguí meter mi hocico entre su brazo y su cara. Comencé a ronronear. Ella me devolvió el abrazo y me besó el hocico. Sonreí todo lo que un gato puede sonreír. Era solo un día al año… ¡pero qué día!

Dedicado a todos los gatos que nos esperan arriba (o donde sea).
Además de los que aparecen en este texto, a:

Fidel, Kuki, Tomasa, Sort, Docaras, Faramir, Parchís, Tete, Canela, Pepa, Zeus, Morgana, Noa, Isis, Mutxi, Rico, Blue, Sally, Dominó, Po, Simón, Niebla, Xara, Lola, Kiwi, Pelma, Sallie, Gatico, Simba, Mimi, Misiniqui, Baco, Mipo, Kika, Chita, Luna, Zuli, Sereno, Daisy, Nini, Olave, Claudia, Cote, Elfo, Niña, Tessy, Lua, Akira, Jaime, Mikika, Nala, Feti, Paddy, Gotham, Trinxa, Pinya, Bixo, Cirilo, Linus, Kenia, Lucas, Tika, Kati, Vicky, Jordi, Lolo, Conguita, Cuki, Búnker, Mishu, Lío, Isis, Ruau, Mota, Gatxon, Agustín, Rubi, Mini, Pentxo, Tama, Chóped, Luci, Pinky, Max, Silvestre, Sombra, Salem, Griselda, Lupita, Shuriken, Simba, Paptita, Gatie, Rubito, Ryu, Merlín, Gala, Káiser, Misi, Manchita, Lucas, Zipi, Raulico, Balú, Mixi, Félix, Chichina, Gulliver, Cuqui, María Clara Eugenia, Spoink, Pirata, Piticli, Ash,Miola, Marcelino, Panda, Whisky, Martes, Cristal, Nora, Beltzi, Missina, Mike, Nuca, María, Papoula, Pitu, Pinky, Meu, Ítaca, Booh, Luna, Pancho, Silvia, Marusa, Pipi, Billy, Mica, Gris, Oscarín, Ciccio, Chicho, Pollux, Castor, Sara, Dixie, Baldufa, Coco, Minius, Turkey, Menta, Phi, Llimi, Missi, Aqua, Txiki, Frodo, Kowska, Cuca, Ronaldo, Pitti, Frichi, Mishina, Mixina, Daala, Rocky, Nano, Kiddo, Koeman, Oliver, Comino, Grisi, Rainbow, Neu, David, Sasha, Minnie, Gato, Bagheera, Noni, Matilda, Aisha, Snowy, Titi, Roll, Bicho, Buenagente, Lovo, Misha, Aldo, Jazz, Vieji, Musa, Blanca, Kuki, Wanda, Kas, Mufi, Woddy, Rafalela, Ágata, Mim, Coco, Marc, Tyrion, Ian, Rufo, Universo, Pepe, Barney, Pitufo, Funny, Nazli, Camille, May, Diego, Romeo, Maui, Betty, Lula y Chino.

Texto de Pablo Sierra.